David Alaba saltó al césped del Santiago Bernabéu preparado para volver a liderar la defensa en su primer Clásico ante su público. En el que fue su debut, conquistó el Camp Nou con un partidazo y la guinda de un gol que sirvió para la victoria de los suyos, pero el destino le tenía preparada una sorpresa en forma de pesadilla. Alaba saldría en la foto en los cuatro goles del Barcelona y sería señalado, con justicia, como uno de los grandes protagonistas de la debacle blanca ante el eterno rival.
En el primero de los goles, Alaba comete el que es posiblemente el mayor error de todos. En lugar de prepararse para despejar con la cabeza en el primer palo, el austriaco opta por elevar el pie, lo cual imposibilita el despeje sobre un centro de Dembélé que Aubameyang remataría al fondo de las mallas sin que Militao pudiera hacer nada para anticiparse.
El Madrid comenzaba perdiendo pero el partido continuaba abierto. Sin embargo y tras un toma y daca de ocasiones dentro del dominio, eso sí, del Barcelona, Alaba volvería a salir en la foto del 0-2, en este caso de Araujo. El uruguayo le gana el salto a él y a Militao y remata lo que por centímetros no había podido despejar David. El juego aéreo no es una de sus virtudes, pero en dos acciones el Barça se imponía y colocaba el Clásico muy cuesta arriba.
Recién comenzada la segunda parte y como defensor izquierdo en la novedosa –y desastrosa– línea de tres centrales propuesta por Ancelotti, Alaba se precipitó en una salida de balón, a la que sumó el error de ir a anticipar al suelo, propiciando una contra muy sencilla del Barça que culminarían Aubameyang, con un gran taconazo, y Ferran, aprovechando el regalo para mandar el 0-3 al luminoso del Santiago Bernabéu.
La debacle era un hecho pero iría a más, y es que Alaba, en su tercera posición del partido, lateral izquierdo en línea de cuatro, pagó el mareo al romper la línea de fuera de juego en el 0-4, obra de Aubameyang. La zaga al completo se quedó parada pensando que Ferran estaba en posición incorrecta al recibir el pase largo de Piqué, pero el internacional austriaco había roto la línea, completando su particular Clásico de los horrores, que debe ser mencionado pero no empañar una temporada digna de uno de los mejores del mundo en su posición.